6 de septiembre de 2007

El Ratico de Mariano: "Ser librero"

Texto de Pedro Mariano Crevillén "El Alboroque Digital"

El Ratico de Mariano es un espacio de radio que se emite los sábados a las 12 del medio día en Cadena Elite Archena (107.6 FM), dentro del programa "El Transistor". También puedes sintonizarlo en http://www.cadenaelite.com/.
Aquí puedes encontrar alguna de las intervenciones de nuestro librero de toda la vida. Te recuerdo que si quieres leer otros escritos anteriores de Mariano aquí en El Alboroque Digital,, lo puedes hacer pinchando el "Índice por temas" en el apartado "El Ratico de Mariano"
SER LIBRERO
Hace unos años llegó a mis manos este hermoso pregón del siglo XVIII sobre los sentimientos de un vendedor de libros
"Voy por los pueblos vendiendo libros
vendiendo el alma de los poetas,
vendiendo el grito de los profetas,
vendiendo ideales,
vendiendo ciencias,
vendiendo arte,
vendiendo sangre de ajenos dramas,
vendiendo trozos de ajenas vidas,
vendiendo el ansia de lo infinito,
vendiendo angustias,
vendiendo dudas,
vendiendo anhelos.
Cómo me duele vender los libros,
cómo me duele dar por dinero mi mercancía,
cómo me duelen los ojos ávidos de los que quieren leer libros,
¡ todos los libros !
¡ no poder dárselos !
Voy por los pueblos vendiendo libros,
yo, que quisiera llenar las manos,
colmar los ojos de todos,
¡ todos los que a mi vengan pidiendo libros !
¡ todos los libros !
¡ Cómo me duele vender los libros !
¡ no poder dárselos !
Siempre que lo leo se me amontonan las emociones, los recuerdos de esos cincuenta años que me he pasado vendiendo libros. Este romance refleja fielmente mi trayectoria de librero: visitando pueblos, queriendo que todo el mundo se aficionara a la lectura, amara los libros, y que al igual que el anónimo que ideó tal Pregón, me duele "NO PODER DÁRSELOS".
Pero cierro los ojos y recuerdo mis principios: tuve que abandonar los estudios de 2º de Bachiller porque en mi casa no se podían pagar las cuarenta y cinco pesetas que cobraba la academia de mi Profesor D. Alejandro Medina, extraordinario maestro y mucha mejor persona. Ante las dificultades económicas familiares, D. Alejandro me indicó que si no podíamos pagarle los recibos en dinero que se los abonáramos en vino, pues mis padres regentaban un modesto bar. Así se hizo durante unos meses, pero como mis padres mandaban comprar ocho litros de vino para vender al chateo, si mi maestro se llevaba cuatro pues era casi igual que si le pagásemos en dinero. En fin, que allí se me acabaron los estudios. Sin embargo tengo el honor de que casi todos mis compañeros de estudios han disfrutado de excelentes puestos de trabajo....., su buena preparación les hizo llegar a cargos y puestos extraordinarios.
Cuando terminé mis estudios ayudaba a mis padres en el bar y en las faenas agrícolas de un pequeño huerto que teníamos, pero mi gran afición era la lectura. Esta afición me llevó a intercambiar tebeos y novelas con algunos amigos y ello motivó que hiciese un pedido de tebeos de Roberto Alcázar a la editorial Valenciana......, su importe de ocho pesetas me pareció muy importante. Los domingos empecé a sacar una mesa al mercado, y allí comenzó mi periodo de difusión, de informar al pueblo que había nacido una afición, un futuro librero.
Por cuarenta pesetas me compré mi primer vehículo, una bicicleta, con la que empecé a visitar los pueblos limítrofes, ya que el mercado de mi pueblo se había quedado pequeño. Los martes iba a Lorquí, los miércoles a Alguazas, los jueves a Ceutí, y los sábados a Molina de Segura y por la tarde iba al Balneario de Archena. En los primeros años mis ventas eran de dos o tres pesetas, pero había días que llegaba hasta las diez pesetas......, ese día era la persona más feliz del mundo.
Cuánto frío, cuánto calor he llegado a pasar durante años en esos trayectos. Mi gran empeño en todos los años que visité estos pueblos (treinta y cinco años en el caso de Molina de Segura) era no dejar sin lectura a mis buenos clientes. Recuerdo que me llamaban amistosamente "el tío de los tebeos", y hoy todavía muchos me lo recuerdan.

Fueron años muy duros y ya empecé a pensar en abrir un establecimiento en mi pueblo de Archena. Para ello me puse al habla con un carpintero que me cobraba tres mil pesetas por unas estanterias y un mostrador, lo imprescindible para poder atender al público. Pero un día observo que en la mejor calle del pueblo se anuncia que un señor alquila un establecimiento de confería que tiene mostrador, estantería y escaparate; lo que paralizaba a cualquiera que quisiera alquilarlo era el precio del alquiler que solicitaba: CIENTO VEINTICINCO PESETAS mensuales. Este precio era astronómico en aquellos tiempos (hablamos del año 1947, cosa entonces de millonarios). Sin embargo pensé que si estaba dispuesto a pagar tres mil pesetas al carpintero sólo por unos pocos muebles, y con esa cantidad podía alquilar el local durante dos años ya con todo incluido, pues lo lógico era lanzarme al alquiler y de esa manera también comprobar si mi pueblo respondía a mi afición de venderles libros; al mismo tiempo también podría venderles otras cosas como material de escritorio.
Pese a la opinión de mucha gente (y especialmente de mis padres que me llamaban "ilusionado y loco") se firmó el contrato. Como yo tenía entonces menos de 21 años tuvo que ser mi padre el que firmara por mi. El 20 de noviembre de 1947 apareció un rótulo sobre mi establecimiento que decía "LIBRERÍA DE MARIANO", y afortunadamente este rótulo ha estado conmigo hasta el 31 de diciembre de 1994, fecha de mi jubilación (en ese tiempo mi pueblo y los limítrofes respondieron a mi afición).
La subida de mi nivel de negocios se vio reflejada con los años en mi modo de desplazamiento. A los doce años de la compra de la bicicleta me compré una moto que durante diez años me acompañó en todas mis salidas. Cuando mi nivel de vida fue mejorando y las existencias del negocio ampliándose, de la moto pasé al coche. Compré un pequeño utilitario, un seat 600 Siata, al que pinté un rótulo que creo que conseguiré que aún pasando los años, la gente lo recuerde. Decía, y sigue diciendo, ya que lo conservo como si se tratase de una joya familiar, lo siguiente: "LA CULTURA NO SE HEREDA, SE ADQUIERE", frase que ya se ha hecho popular y que constantemente me la recuerdan.
Como imaginaba y deseaba en mis comienzos, la librería ha sido más que un centro comercial: ha sido el centro cultural de Archena durante muchos años. Parte del éxito de ser considerada lugar de reunión y tertulias fue el famoso "banco". Coloqué un banco de madera en la librería para que acogiese a todos los que quisieran pasar un rato en mi compañía, leer el periódico, comentar las noticias del día, el último partido de fútbol o lo que estaba sucediendo en el pueblo. Recibía muchas criticas de esas personas que solo ven el sentido material de la vida y no podían entender que yo pusiese un banco para que los clientes cogiesen los periódicos y se sentaran allí a a leerlos, pues eso evitaba que los comprasen. ¡ Que poco se podían imaginar mi satisfacción al tener siempre clientes y amigos, y organizar tertulias y conversaciones que para muchos y sobre todo para mi eran una perfecta delicia, ya que el ambiente que se creaba iba más allá de un mero establecimiento comercial. Muchas personas venían por las mañanas, otras por las tardes, otras aprovechaban el venir a comprar el periódico o cualquier otra cosa para unirse a la conversación, y siempre estaban los nuevos que se quedaban enganchados en las redes tertulianas del momento.
Tengo miles de anécdotas que me hacen sentir muy orgulloso de la afición de muchos de mis paisanos. Ahora ya retirado me encuentro con personas que me expresan su satisfacción, pues no olvidan a su librero y gracias al cual tienen en su casa una pequeña biblioteca. Mucha gente logró comprar libros pagando a peseta diaria, cuota que establecí y que por desgracia no tuvo el éxito que yo esperaba. ¡ Que difícil era vender libros!
Pero había otra venta de libros que era obligatoria y muy difícil de realizar para muchos padres. ¡ Cuántos padres me han pedido que les preparase los libros de texto de los cursos de sus hijos y que ellos al volver de la vendimia de Francia me los pagarían !. Después de tantos años ha quedado aún alguno que olvidó pasar a pagarlos. Cuando ahora salgo a pasear por mi pueblo, veo todavía el agradecimiento en los rostros de muchos de mis antiguos clientes.
Como dicen las frases del pregón Español del siglo XVIII, que son un reflejo exacto de lo que es un verdadero vendedor de libros: tu quieres tener muchos libros, les tomas cariño y no te gustaría desprenderte de ellos....., pero después ves a personas que quieren leer esos libros y no tienen medios para obtenerlos, quisieras dárselos pero tu vives de las ventas. Parece que en el siglo XVIII el problema era el mismo.
Actualmente, y ya desde el retiro comercial, yo todavía dispongo de miles de libros que por una parte desearía vender, pero por otra parte casi siempre termino regalando. Parece que al final de mi trayectoria puedo por fin cumplir un gran anhelo: ante los ojos ávidos de los que quieren leer libros ¡PODER DÁRSELOS !

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